sábado, 31 de marzo de 2012

El Escenario Traicionó La Magia



El Escenario Traicionó la Magia

Con la intención de conocer instrumentos primivitos y músicas autóctonas en la década de los '70 este músico realizó una extensa expedición por el Matto Grosso, donde convivió con diferentes tribus y culturas. En una remota aldea de Caraguas le sucedió un episodio iluminador.

Gismonti, se encontraba tocando la guitarra y repentinamente observó preocupado que todos los hombres se alejaron de él y le dieron la espalda y comenzaron a batir las palmas hacia la selva. Él creyó que los había perturbado o que estaba quebrando algún tabú particular.

Después de un rato le explicaron rudimentariamente que, en realidad su música los había conmovido y que entonces, cuando un hombre está haciendo algo tan importante hay que dejarlo solo y que batieran las palmas hacia la selva era para alejar los malos espíritus, para que de esa manera él pudiera seguir convocado esas melodías para ellos mágicas.

Para los caraguas la música era mágica y transformadora. El músico era un chamán. Ese aplauso era profundamente místico.Cuando el aplauso giró hacia el chamán, éste se convirtió en un artista y nació el escenario.

El aplauso actual es una traición a la magia y el escenario es el espacio principal donde esa traición se ejecuta en los mega eventos que nada cambian en la vida de nadie y que trasnforma a los misteriosos magos en frívolos artistas.

Pero la música sigue viva en todas las calles y aldeas, la hacen todos los hombres, mujeres y niños del pueblo con latas o botellas, convocando así la magia perdida.


El habitante del bosque lluvioso - EGBERTO GISMONTI

Cuenta la leyenda que el señor Egberto Gismonti, en uno de aquellos días en que trataba de convencer a los indígenas de la tribu Yawaiapitì (zona del alto Xingu en la Amazonía) que quería ir a estudiar sus costumbres e idiomática musical, se puso en mitad del bosque a tocar su guitarra y su flauta por 2 semanas consecutivas, lloviera o hiciera mucho calor.
Llegado el momento en que los indígenas curiosos se amontonaron al rededor de Gismonti, hicieron un circulo , espalda con espalda y mirando al bosque.
En un momento de pausa, los indígenas comenzaron a aplaudir, pero no a Gismonti, sino al bosque. Egberto quedó pasmado. Encerrado por las espaldas de los nativos y sin palabras.

Cuando ya pudo entrar en la tribu, con un poco mas de libertad, Gismonti le pregunta al jefe Sapaim, porque ese gesto de no aplaudirlo a él, y el jefe Sapaim le responde :
"Lo que hizo mi gente fue protegerte, proteger tu idea de la música y con sus aplausos espantar a los malos espíritus del bosque que quisieran entrar en tu centro. Nuestra tribu cuido lo mas sagrado que un habitante de este bosque puede hacer, el contacto de su alma con el entorno a través de la música"

Gismonti luego de eso no volvería a ser lo mismo, su particular búsqueda desde el dodecafonismo a la música popular brasileña, desde las composiciones orquestadas al jazz brasilero. Gismonti ha grabado cerca de 100 discos en su carrera llena de perfección y soledad bajo la humedad de los bosques del Brasil.


Entrevista a Enrique Symns de la Rolling Stone

(...) -Mirá, hay dos cosas muy distintas: una es el oficio y otra es ser artista. Para ser un artista hay que ser héroe, chamán y creador. El héroe es lo que te iguala a lo cotidiano, para ser chamán hay que querer a los demás y para ser creador hay que tener talento. Sin esas tres cosas no se puede ser artista. Lo demás es oficio. Egberto Gismonti contaba que él se iba a la selva, al hastío más ignoto, a robar sonidos. Cuenta que una vez llega una tribu, allá en el Mato Grosso, y él en un momento determinado se pone a tocar la guitarra. Ve que todos se alejan de él, se ponen de espaldas y empiezan a batir palmas, entonces él pregunta qué había hecho mal. El chamán lo mira y le dice: “Cuando un chamán [ellos no lo llaman artista] empieza a investigar el misterio, hay que dejarlo solo, hay que darle la espalda y aplaudir hacia la selva para espantar los malos espíritus”. Gismonti entonces dice: “Cuando ese aplauso se dio vuelta y se dirigió hacia mí, se invirtió la brujería, ahora yo soy el mal espíritu, todo lo que suceda en el escenario es una maldición”. Vos fijate, los pobres pibes compran entradas para ver lo que sea. A mí me da mucha verguenza cuando tengo que cobrar entrada; el tipo viene a verte para cambiar su vida y vos lo engañás, no le das nada más que un referente, porque no le estás proponiendo una vida. Por eso el mundo es un mundo desacinado, un mundo global donde ya es muy difícil comparar a un artista con un chamán. Fito Páez también coincidía en esa versión de que a un cantante popular la única posibilidad que le cabe es tener un origen chamánico, porque la música es importante, no la letra. A la canción popular yo siempre le tuve una enorme desconfianza. (...)

domingo, 25 de marzo de 2012

Era un día feliz / El Terremoto y el Mito

Era un día feliz

Tentenvilú había creado el Archipiélago de Chiloé. Ahora descansaba sobre una roca.
En ese momento se presentó Caicaivilú y le dijo:
- Como soy mas astuto que tú porque veo debajo del agua, quiero poseer tu imperio para reinar sobre los hombres.
El Dios de la Tierra, después de reflexionar detenidamente, respondió:
- Bien, tu deseo merece una oportunidad, pero tus dominios sólo abarcarán hasta donde veas tierra, lo verde será mío.
El Dios del Mar inclinó sus fauces y agregó con fruición:
- Gracias por tu generosidad, pero ¿cuándo será eso?
- Al nacer el sol subsiguiente. Necesito ese tiempo para prepararme.
Mientras se alejaba hacia las profundidades del Océano iba pensando: "Este Tentenvilú pretende confundirme con palabras misteriosas. Pasado mañana seré dueño del Archipiélago, y así, cubriré todo con mis aguas eternas. En cuanto a él, lo que más hay allá arriba son piedras y arena... ¡Tierra!.. ¿Verde? ¡Qué cosa más ridícula! ¡La tierra no es verde!
Al tercer día desplegó sus aletas y emergió con aires de triunfo.
Pero durante el día anterior, Tentenvilú había creado la vegetación, las colinas y los bosques mas exuberantes, de manera que Caicaivilú encontró todo verde.
Terriblemente indignado lanzó una diatriba.
- ¡Esta vez me has engañado!... Pero ya verás lo que hago con los seres que habitan tus dominios. Haré que se levante una espantosa marejada y todos morirán ahogados.
Y creó el Maremoto.
Tentenvilú se levantó, sonrió y dijo:
-Yo crearé el temblor que anunciará tu furia y así nadie será sorprendido.
Ademas el Dios de la Tierra, creó la cordillera de la Costa, por lo que resultó inútil la amenaza de Caicaivilú.

Cuentos Ancestrales de la Región Williche. Hector Véliz. Editorial Mentanegra.
Cuento de raigambre ancestral. Escrito acerca de los mitos creadores del Archipiélago de Chiloé.

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El Terremoto y el Mito
En la lengua mapuche existen más de quince palabras que hablan de mantenerse atento, vigilante. La cultura oficial ha sabido adormecer al hombre al extremo de no hacerlo reaccionar ante un cataclismo.
Por Héctor Véliz

La historia oficial nos habla de cataclismos, y hasta tiene su ciencia específica para los terremotos: la sismología.

La historia popular es el folklor, según los creadores de la ciencia oficial; y allí se pueden encontrar los mitos primordiales de la creación mapuche: Tentenvilú y Caicaivilú. Ambas visiones de la realidad conviven en nuestro Chile que deviene también de la Nación Mapuche.

En la lengua ancestral- Mapudungun – existe el concepto chewcuto para señalar el momento previo al truntrun o terremoto, que es la lucha mítica entre el dios de la Tierra (Tentenvilú) y el dios del Mar (Caicaivilú).

Esta creencia popular o mito – todos quienes hemos sido criado en la cosmovisión mapuche, la hemos escuchado y aprendido hasta la pesadilla – es parte de nuestra formación cultural, que nos habla de lo frágil que es la naturaleza humana cuando huye de las fuerzas oceánicas de Caicaivilú.

Este conocimiento de vida que es omitido por los winkas, permitió salvar vidas en las zonas de alta presencia indígena, donde el respeto al conocimiento de los mitos y leyendas, a veces parece constituir el único legado ancestral que poseen los hijos de la tierra para sobrevivir en la Madre Tierra (la Ñukemapu).

En el aspecto político, el ciudadano winka, esperó las voces de sus iluminados – las autoridades y expertos en defensa – para actuar (escapar de la tragedia es imposible) y sobrevivir al terremoto-maremoto. Por otra parte, las comunidades indígenas, gracias a la formación mítica sobre la naturaleza del territorio que les toca habitar – algunos lo llaman determinismo geográfico – no necesitaron sino activar su memoria, el recuerdo vivo, transmitido por generaciones y de manera oral, para salir huyendo hacia los cerros, hasta donde también escapa Tentenvilú y así burlar las embestidas de Caicaivilú.

Dice el weupife (historiador mapuche), que el dios de la tierra tuvo la precaución de crear la Cordillera de la Costa para proteger al hombre de la furia del Caicavilú y que el terremoto es anunciado por sucesivos temblores (truntrun) para que hombres y mujeres huyan hacia las montañas. Pero el winka está demasiado pendiente de la racionalidad del sismógrafo para comprender la irracionalidad de los mitos que pueblan el territorio.

El poder ideológico del gobierno central paralizó toda iniciativa de los ciudadanos que dependen de sus instituciones; no pasó lo mismo con las comunidades lejanas como Cobquecura, donde primó el recuerdo, la memoria, el mito. Esa comunidad indígena nos demuestra que el hombre necesita de sus mitos para mantenerse despierto y alerta. En la lengua mapuche existen más de quince palabras que hablan de mantenerse atento, vigilante; incluso los sueños son signos de alerta. La cultura oficial ha sabido adormecer al hombre al extremo de no hacerlo reaccionar ante un cataclismo.

El sismo, dicen, muestra lo peor y lo mejor del ser humano. En la urbe, el saqueo y la estafa salieron de los escombros para mostrar su espantosa desfachatez; al parecer, no sucedió así en las comunidades más distantes de la cultura oficial. En estos apartados lugares, los ciudadanos comunes y corrientes, alejados de toda influencia de la ciencia social, fueron capaces de mantener los lazos asociativos para no sólo escapar hacia la supervivencia sino, además, para mantenerse unidos como una sola gran familia.

El delirio tremens en que se sumió parte de la población – unos saqueando y otros armándose para matar – muestra el grado de desesperación social que se genera cuando la ciencia del Estado fracasa o se demora en reaccionar.

Los organismos del poder fueron salvados por los comunicadores, esos anarquistas que afortunadamente todo lo denuncian y todo lo critican. Así, la naturaleza, pareciera decirnos que a mayor civilización, mayor tribulación; y que a más folklor, mejor comprensión de la vida, porque ese conocimiento popular no es otra cosa que la memoria, el recuerdo activo manifestado cara a cara, lejos de esos tediosos tratados donde la tragedia humana es tabulado en estadísticas que finalmente nadie consulta.

Podrán decir que soy un mitómano, pero es en medio de ésta alegoría, donde la épica popular mantiene fresca la memoria de los pueblos desaparecidos bajo las fauces del océano, por aquellos que no creen en las narraciones que hablan de la lucha entre los dioses primordiales de la cultura mapuche.

Por otra parte, los partidos políticos, demostraron su incapacidad frente a las comunidades que dicen representar, porque fueron las organizaciones populares sin ideologías políticas, quienes tomaron el mando de las circunstancias, como esa niñita de la Isla Juan Fernández, que salvó a su comunidad, tal vez porque en su memoria fresca e impresionable, mantenía el recuerdo de la fuerza demoledora de ese dios celoso, que quiso destruir a la humanidad.

Rosa Araneda - Volcán Calbuco

Dos plagas más el volcán Calbuco y el cambio tan bajo El volcán vomita fuego en la noche y en el día: ¡Ay, Jesús, Virgen María, atiende...